Una campaña militante y creativa de gran impacto político
 Por Christian Castillo, publicado en La Verdad Obrera 440
Algunas notas de los diarios y  comentarios periodísticos en radios y televisión han reducido la  explicación del resultado electoral logrado por el Frente de Izquierda a  la campaña lanzada por Jorge Rial y Gustavo Sylvestre por twitter, que  llamaron “un milagro para Altamira”. Algo similar sostuvo también Pino  Solanas cuando después de los magros resultados de Proyecto Sur acusó a  Rial en su programa de perjudicarlo. Esta “explicación” de nuestro  resultado es a la vez completamente superficial y políticamente  interesada.
En  primer lugar, hay que decir que las fuerzas que conformamos el FIT ya  teníamos un caudal electoral relativamente importante en elecciones  anteriores. Por ejemplo, en las elecciones del 2009 el Frente de  Izquierda y los Trabajadores, Anticapitalista y Socialista (que  integramos el PTS, Izquierda Socialista y el Nuevo MAS) sacó alrededor  de 180 mil votos y el PO 220 mil. Aunque sumamos 400 mil votos, el hecho  de presentarnos por separado debilitó el impacto político del resultado  obtenido, así como la posibilidad de obtener cargos legislativos. Hoy,  cuando superamos estas cifras y logramos 520 mil votos y una importante  victoria política derrotando la proscripción en la fórmula presidencial y  en la mayoría de los distritos donde nos presentamos, se está viendo lo  correcto de la política de conformar frentes comunes de intervención en  el terreno electoral de las fuerzas que nos reclamamos de la izquierda  obrera y socialista, una política que en menor o mayor grado nuestro  partido viene implementando desde 2005 (en ese año nos presentamos con  el MAS y en 2007 y 2009 con Izquierda Socialista y el MAS), a la que  ahora se han sumado los compañeros del Partido Obrero.
En segundo  lugar, la campaña de Sylvestre y Rial, que aunque tuvo “rebote  mediático” es difícil de medir en lo que hace a su influencia real en el  voto, fue lanzada apenas diez días antes de la elección, cuando el  frente hacía meses que venía realizando una gran campaña militante y  cuando ya iban casi 20 días en que por radio y TV se escuchaban y veían  los spots del FIT en los espacios gratuitos. En realidad fue una  expresión parcial de la gran repercusión que había conseguido el planteo  político central de la campaña: la denuncia de que nos exigían 400 mil  votos para presentarnos en octubre, articulado esto con los puntos  programáticos que destacamos para la agitación. Una denuncia que hicimos  creativamente, con la destacada participación en la producción  audiovisual de los compañeros y compañeras de Contraimagen (PTS) y el  Ojo Obrero (PO), al punto que nuestros spots fueron los más recordados, a  pesar de ser una de las fuerzas políticas que contó con menor cantidad  de espacio (el tiempo gratuito de radios y televisión se repartía mitad  en forma igualitaria y mitad en base a los votos obtenidos en la  elección anterior; Proyecto Sur, por ejemplo, tuvo muchos más espacios  que nosotros). Los artículos más serios de análisis de la campaña  electoral en las primarias debieron dar cuenta de esto, que también  destacaron numerosos periodistas que no se quedaron en la explicación  por la campaña “milagrosa”. Todos los que militamos la campaña del  frente nos encontramos con referencias positivas a nuestros spots, con  comentarios de que nos iban a votar quienes antes no lo habían hecho,  debido a que era “una injusticia” el piso electoral que se exigía.  Personalmente recibí comentarios de este tipo en múltiples ocasiones  durante los numerosos viajes de campaña realizados. Incluso muchos  periodistas expresaron públicamente que iban a votarnos debido a la  campaña realizada, por la justeza de nuestra denuncia contra el piso  proscriptivo.
En  tercer lugar, esta visión oculta que el FIT ya había cosechado  importantes resultados electorales en las elecciones provinciales de  Neuquén y Córdoba sin campaña de “milagro” alguno, las cuales nos  permitieron obtener una banca en cada legislatura y mostraron un  respaldo a nuestras candidaturas de los sectores políticamente más  avanzados de los trabajadores y la juventud.
¿A qué apunta la idea del “milagro”?
A  muchos medios la imagen de que se dio un “milagro” en la elección del  FIT gracias a la campaña de Rial y Sylvestre les resulta atractiva. Ante  todo les permite tratar de diluir el contenido de lucha contra el  carácter proscriptivo del piso electoral que tuvo nuestra campaña, algo  que no hizo ninguna otra fuerza política, ni siquiera las que estaban en  peligro de no pasarlo, como fue el caso de Proyecto Sur en lo que  respecta a su fórmula presidencial y a la mayoría de los distritos en  los que se presentó. En esto el Frente de Izquierda tuvo el mérito de  poner sobre sus hombros la lucha contra el cercenamiento de derechos  democráticos, en este caso no tener que pasar por el “filtro” del piso  de votos en las primarias. Se mostró nuevamente que los revolucionarios  somos los únicos que enfrentamos consecuentemente todo ataque  antidemocrático del régimen. Algo que, por otra parte, vamos a continuar  haciendo, ya que la cláusula proscriptiva sigue en pie.
El  domingo previo a la elección, el periodista de Página 12 Mario Wainfeld,  a la vez que reconocía el impacto de nuestra campaña, separaba su  aspecto democrático de nuestra perspectiva revolucionaria: “La campaña  del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que impulsa la fórmula  Jorge Altamira-Christian Castillo se centró en interpelar al votante  para conseguir superar el piso de adhesiones exigido por la ley  electoral. Se trata del uno y medio por ciento de los votos válidos  emitidos en cada distrito en el que se busca participar (…) La franqueza  de la publicidad de la izquierda y la claridad (democrática más que  revolucionaria) de su consigna, la gran difusión que tuvieron han  tornado su desempeño en un eje más de interés” (“Día de estreno”, Página  12, 14-08-2011). Lo cierto es que si un mérito tuvimos fue articular la  justa batalla democrática que plantea el piso electoral no sólo con  algunos de los puntos programáticos del frente (como puede verse en los  distintos spots) sino con la denuncia más general del régimen político  existente. Para nosotros, las demandas democráticas que “mantienen  fuerza vital” (junto a las consignas mínimas –reivindicativas- y  transicionales) son parte integrante de nuestro programa transicional,  que busca desarrollar la movilización de las masas para que estas  lleguen a la necesidad de que la salida es la conquista del poder por la  clase trabajadora.
La  explicación “milagrera”, además, evade señalar que el resultado  electoral expresó en parte del peso militante real y el papel en la  lucha de clases que viene jugando la izquierda obrera y socialista en el  período kirchnerista, como en Zanon, Kraft, el subte, ferroviarios, las  luchas del movimiento estudiantil, por la aparición con vida de López y  el castigo a los represores o por el derecho al aborto legal y  gratuito. No recibimos un voto democrático que podría haber ido a  cualquier otra fuerza, sino un voto en defensa de que la izquierda pueda  agitar su programa anticapitalista, expresión del respeto ganado en  amplias franjas de la población trabajadora, de la juventud, de la  intelectualidad. Nuestra campaña tuvo efecto porque interpeló a un  sector que se considera de izquierda o nos respeta por el lugar que nos  hemos ganado con nuestra intervención en distintas luchas y en el debate  político nacional. Ni milagro ni voto “lástima”, el importante apoyo  electoral logrado por el Frente de Izquierda es el resultado de una gran  campaña militante con llegada de masas, realizada con gran creatividad  política, que supo acertar en la batalla política que estaba planteada  en estas “primarias”. El logro alcanzado debe servir para continuarlo  hacia la elección de octubre con el objetivo de que la izquierda que se  reivindica obrera y socialista avance como referencia política de  oposición desde posiciones de independencia de clase y socialistas al  gobierno nacional y a todas las fuerzas políticas patronales, incluidas  sus variantes centroizquierdistas, y para desarrollar la fuerza  militante de los revolucionarios en la clase obrera y la juventud.

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