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domingo, 12 de diciembre de 2010

Testimonios contra Editorial Atlantida

Miradas al SUR
Año 3. Edición número 134. Domingo 12 de diciembre de 2010
Alejandrina Barry Mata motoriza la causa en la Justicia. Cuando tenía dos años fue usada para una campaña de prensa en favor de la dictadura. (VERÓNICA MASTROSIMONE)

En la justicia tres testigos declararon sobre la complicidad de la empresa con la dictadura
Avanza en la Justicia la investigación judicial sobre el rol de la Editorial Atlántida durante la última dictadura. Gente, Para Ti y Somos, como la mayoría de los medios, no publicaron ni una palabra sobre los crímenes, las desapariciones y el saqueo perpetrado por la maquinaria militar. Mintieron en sus páginas y armaron operaciones de prensa en connivencia con uniformados. Tres personas declararon esta semana ante el juzgado federal 12 y confirmaron que las fuerzas represivas y la editorial actuaban de mutuo acuerdo. Los testimonios fueron aportados por la querella de Alejandrina Barry Mata, y también sirvieron para el caso de Thelma Jara de Cabezas. El expediente, que investiga los dos delitos en forma conjunta, es el primero en el que se imputa a dueños de medios de comunicación y periodistas delitos de lesa humanidad.
Jara de Cabezas fue secuestrada en abril del ’79 y llevada a la Esma. Gustavo, uno de sus hijos, estaba desaparecido. Otro hijo, Daniel, estaba exiliado. El represor Ricardo Cavallo la amenazó de muerte para que hiciera una nota en Para Ti. El objetivo: contrarrestar la campaña internacional contra las violaciones a los derechos humanos. La sacaron de la Esma y dos periodistas de la revista la entrevistaron en un bar. Las cinco páginas se publicaron en la edición 2.983 de la revista y llevó por título “Habla la madre de un subversivo muerto”. Cavallo no sólo fue el brazo ejecutor, sino que hasta escribió parte de la nota. Thelma fue dejada en libertad en noviembre de ese año.
La falsa entrevista a Thelma no fue un caso aislado. Alejandrina es hija de Juan Alejandro Barry y Susana Mata. Eran dos militantes montoneros que fueron asesinados, con un día de diferencia, en diciembre de 1977 en Uruguay. Tras el crimen de sus padres, Alejandrina estuvo varios días en poder de las fuerzas armadas uruguayas, apropiada. Después se la entregaron a su abuela materna, con quien se crió. Con dos años y medio, Alejandrina fue parte de una campaña ideada por los militares argentinos. Las notas fueron publicadas en el ’77 en Gente, Para Ti y Somos. Se titularon “Alejandra no está sola”, “Los hijos del terror” y “A ellos, no les importaba Alejandra”. En las notas aparece la imagen de Alejandrina. “Me entregaron a cambio de poder hacer esa gran campaña. Me usaron para decir que los subversivos merecían morir porque dejaban solos y abandonados a sus hijos. Para transformar a las víctimas en victimarios”, dijo en una entrevista reciente con Miradas al Sur. Este diario la consultó sobre el avance de la causa.
–¿Quiénes testificaron esta semana en la causa y qué aportaron?
–La primera en declarar fue Andrea Bello. Andrea estuvo secuestrada casi un año en la Esma con 19 años de edad. Luego fue obligada a realizar trabajo esclavo junto con otra secuestrada, Miriam Lewin, en el Ministerio de Acción Social. Andrea relató que un día su marido en aquel momento, Lázaro Gladstein, secuestrado aún en la Esma, estaba sumamente nervioso. Ella le preguntó alarmada qué pasaba y él le relató el episodio del reportaje de Thelma Jara. El tuvo que llevar a Thelma al bar donde se realizó la entrevista simulando ser su sobrino. “Iba lleno de cables, tenía micrófonos en el cuerpo”, relató Andrea. Luego de brindar los detalles que conoció por su esposo a poco de realizada la entrevista, contó también sobre cómo la patota de la Esma manejaba la publicidad oficial que salía del Ministerio, así como los periodistas que visitaban el lugar.
–Fue importante el testimonio de la periodista Claudia Acuña.
–Sí, fue un testimonio organizado minuciosamente, donde cada afirmación era acompañada por sendas pruebas de que ella fue colectando durante mucho tiempo sobre el “caso Barry”. Fue impactante escuchar cómo con gran conocimiento detalló de qué modo organizó la campaña de prensa la editorial, cómo de una misma noticia hicieron tres notas para cada una de las revistas que la editorial tenía. “Adaptaron el discurso para cada producto”, dijo. Se refería a Gente, Para Ti y Somos. También demostró cómo cuando salieron esas publicaciones la editorial contaba con otras fuentes públicas que contradecían lo que ella publicaba y sin embargo eso no le importó, esto es cables oficiales uruguayos aparecidos en diarios argentinos (como La Nación) y en los medios uruguayos. Aportó valiosos comunicados oficiales de la época, como el que se emitió el día 30/12/77, que informaba que “la niña Alejandrina fue entregada en el día de ayer a las 19.25 hs a sus abuelos”. Acuña realizó un importante aporte a la mega causa Esma. Demostró cómo desde el 16 de noviembre de 1977, cuando secuestran al dirigente Oscar De Gregorio, la Marina argentina con las fuerzas represivas uruguayas comienzan un accionar completamente coordinado. En ese marco se da el operativo en que son asesinados mis padres.
–¿Declaró alguien de tu familia?
–Sí, mi tío, Jorge Barry. Relató los duros momentos que atravesó su familia, primero con el secuestro de su hermano menor Enrique Barry y la aparición de su pequeño sobrino de un año y medio abandonado en la puerta de la Casa Cuna. A menos de un año del asesinato de Juan Alejandro y Susana y mi apropiación en Uruguay. En medio de ese horror, Editorial Atlántida publicó esas notas en sus tres revistas. Contó las consecuencias terribles en la salud de su padre, mi abuelo, que como consecuencia de eso estuvo ocho meses internado sumido en una profunda depresión. Próximamente declararán el músico Miguel Ángel Estrella y el periodista Miguel Bonasso.
–¿Qué dice la causa sobre la responsabilidad de Atlántida?
–La causa responsabiliza tanto a los ejecutivos de Editorial Atlántida, como a su staff editorial, y creo que es un avance muy importante porque se aportaron pruebas muy serias de la vinculación de la Esma con Atlántida, planificando en común las notas que servían como propaganda a favor del genocidio.
–¿Creés que hubo otros medios cómplices?
–Sí, la mayoría de los medios de comunicación cumplieron ese rol durante la dictadura. Por eso pedimos que sean condenados por partícipes del genocidio, ya que fueron un instrumento esencial para poder desarrollar una propaganda masiva que tenía dos objetivos. Por una lado, legalizar ante la población a los que ellos llamaban subversivos, mostrándolos como monstruos. Como en mi caso, que decían que mis padres eran fabricadores de huérfanos y que merecían morir. Y, por otro lado, para desmoralizar a los militantes que resistían a la dictadura mostrándoles lo que les hacían a sus hijos. En mi caso, si bien estuve apropiada por los militares un tiempo, mientras hacían este operativo decidieron que era más conveniente utilizarme para este operativo que mantenerme apropiada.
–¿Quién te acompaña en la movida judicial?
–La presentación la hago en común con Justicia Ya!, un colectivo de organismos entre los que se encuentran entre otros el Ceprodh, Hijos Oeste y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. Somos querellantes en gran cantidad de juicios a los genocidas. Somos un colectivo independiente, no sólo de la oposición de derecha expresada por los Macri, Duhalde, Carrió que cuentan con la simpatía de Clarín, La Nación y compañía, sino también del Gobierno Nacional. Porque mi lucha no sólo es contra la impunidad de ayer sino contra la represión y la impunidad actual, que está al servicio de preservar este sistema de explotación y miseria que ambos sectores sostienen.
–Es una forma de continuar la lucha de tus padres.
–Sí, mi lucha es por cambiar de raíz esta sociedad: soy militante del PTS y del Ceprodh hace 15 años. Al revés de lo que quisieron los milicos, que odiara la lucha que mis viejos llevaban adelante, yo la reivindico con todo. Pero su pelea era por terminar con la pobreza, la desocupación, la miseria, la dominación del imperialismo. Mi mamá defendía ante los fascistas a los habitantes de las villas. Este que tenemos hoy no es de ninguna manera el país por el que ellos y los 30.000 desaparecidos lucharon. Esta semana que se desarrollaron los alegatos estaba conviviendo con una gran conmoción por los terribles hechos que vivimos en el país. En sólo 50 días se dio el asesinato de Mariano Ferreyra por parte de una patota de la burocracia sindical, el fusilamiento de dos miembros de la comunidad toba qom en Formosa por la policía del gobernador oficialista Insfrán, y ahora vivimos la sangrienta represión asesinando al menos cuatro compañeros de los que se han visto obligados a ocupar el Parque Indoamericano, muchos de ellos de la comunidad boliviana y paraguaya que están peleando por un techo para vivir con sus hijos. Los dos primeros fueron muertos por la represión conjunta de la Federal y la Metropolitana del martes. Y este viernes actuó una banda fascista que remató a un joven de 19 años luego de bajarlo de una ambulancia, amparado por los discursos xenófobos de Macri y el dejar hacer a los fachos del gobierno nacional. No se puede borrar las responsabilidades que tienen ambos en estas muertes. Sólo se pelean por quien no paga los costos políticos, pero no por dar la solución que demandan los ocupantes.
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